Probabiliqué?

Al principio de todo, fue una silla solo lo que desapareció. Un hecho sin importancia, quién sabe, igual alguien la había cogido. Habría sido muy extraño. ¿Qué ladrón se lleva únicamente una silla común y corriente? Además, habría sido todo un prodigio de caco; las puertas, todas cerradas, y las ventanas todas tienen reja. Las cosas no desaparecen porque sí, ¿verdad? Bueno, eso pensaba yo. No le di importancia.
Luego, fue el reloj. Se derritió,como mantequilla. No sabía que explicación tenía. Pensé en espíritus, en Dios, en alguna especie nueva de termita, hasta una anomalía espacio temporal podría haber sido la causa. Se salía el asunto del sentido común y empezaba a asustarme. No quise que unas tonterías así perjudicasen mi vida, y me dije “bueno, si las cosas quieren desaparecer, que desaparezcan, total, ¿qué más me da?”
Pasó una semana y llegó la cosa negra. No puedo llamarla de otra forma. Era rarísima. Una mancha en mitad del balcón, suspendida e invariable. Parecía ser totalmente inocua. Me resistí a dejarlo estar, no fuese que todo aquello resultase peligroso, y llamé a un amigo, que estudiaba física. Hizo unas pruebas con láseres y nada, que no se lo explicaba. Necesitaría tiempo para pensarlo, dijo. Nada podía hacer yo.
Dos días más tarde, me despertó un ruido muy grande que venía de la calle. Los del botellón si eso, pensé. Salí al balcón a mirar y había un coche volcado, y no se veía nadie cerca. ¿El viento puede hacer eso?
Mi amigo el físico ha vuelto hoy. Ha traído compañía. Un profesor suyo o algo de eso. Los he dejado reflexivos en la terraza mientras me preparo una tila. Todo esto ya me preocupa. No sé que pensar, creo que el piso está encantado, porque es eso, o, y mira que sería mala suerte, el universo igual se acaba ahora.

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